Primero bajo la arquitectura cliente/servidor de Internet, y ahora bajo la democratización del IoT y la llegada de esta nueva generación de wearables. La sensorización como vehículo de la relación con las tecnologías de la información. Gamificación como ese engranaje entre el valor informativo y las prestaciones prácticas de lo monitorizado.
Una contextualización, por tanto, que permite ya no solo ofrecernos aquello que queremos saber en el lugar y en el momento en el que lo necesitemos, sino incluso establecer patrones y adelantarnos a los acontecimientos. Gestionar la salud del consumidor, sus hábitos, y devolverle justo lo que precisa, aunque aún no lo sepa.
Estamos en ese punto. Business Inteligence como plataformas de ayuda a la tomas de decisiones de una empresa, lifelogging y monitorización sanitaria bajo la apariencia de relojes y pulseras, publicidad dirigida al individuo que sale a la calle, y te encuentra ahí donde estés, recordándote lo que deseas tener.
El individuo como un sistema medible. Unos input y unos output que pueden ser gestionados de una y otra manera. Un poder inimaginable si lo unimos con el estudio de la sociología, con todo lo que la psicología y conducta de masas nos puede enseñar. Un campo virgen sembrado de un potencial inimaginable. El análisis de un ecosistema complejo simplificado a su máxima expresión por la inmediatez de las matemáticas.
Aquí es donde entra la importancia de la infoética. Del pararnos y pensar si el camino que seguimos es el correcto. Si debemos o no permitir que los avances tecnológicos eclosionen en un nuevo mundo donde el individuo sea uno más de la cadena. O si por el contrario, aspiramos a seguir siendo el centro de la misma (con permiso del planeta y los seres vivos que viven en él), utilizando la tecnología como una herramienta para mejorar la vida del colectivo, abstrayendo lo complejo en sencillo, gestionando eficazmente el tiempo y los recursos de los que disponemos.
Porque de no pararnos, corremos el peligro de ir hacia lo primero. La sociedad del control, esclava de la tecnología.
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